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OMS: La coca diet es un cancerigeno en las calles

La Organización Mundial de la Salud clasificó este edulcorante como potencialmente vinculado al desarrollo de cáncer. En 2015 había hecho algo similar con las carnes rojas y procesadas. Cuáles son las sutiles diferencias de las tablas de registros

La Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), el órgano de la OMS que se encarga de identificar el potencial cancerígeno de las sustancias de consumo, ha concluido, tras estudiar la evidencia científica disponible, que este endulzante puede tener capacidad para causar cáncer. Así, los expertos, que se reunieron del 6 al 13 de junio, concluyeron que el edulcorante “puede ser carcinógeno para los seres humanos”, lo que lo incluye en el grupo 2B de la clasificación de la IARC.

¿Qué significan estas categorías y qué grado de peligrosidad clasifican?


Los compuestos o factores físicos evaluados por la IARC se clasifican en cuatro grupos en función de la evidencia científica existente sobre carcinogenicidad.

Grupo 1: “Carcinogénico para humanos”. Hay suficiente evidencia para concluir que puede causar cáncer en humanos.

Grupo 2A: “Probablemente cancerígeno para los humanos”. Existe una fuerte evidencia de que puede causar cáncer en los humanos, pero en la actualidad no es concluyente.

Grupo 2B: “Posiblemente cancerígeno para los seres humanos”. Existe alguna evidencia de que puede causar cáncer en los seres humanos, pero en la actualidad está lejos de ser concluyente.

Grupo 3: “Inclasificable en cuanto a carcinogenicidad en humanos”. Actualmente no hay evidencia de que cause cáncer en humanos.

Grupo 4: “Probablemente no es cancerígeno para los humanos”. Existe una fuerte evidencia de que no causa cáncer en los humanos.

Respecto al Grupo 1, el agente catalogado es cancerígeno para los humanos. Así, la circunstancia de exposición del mismo implica un riesgo cancerígeno para los humanos”. Esta categoría se utiliza cuando hay suficiente evidencia de carcinogenicidad en personas. Excepcionalmente, un agente puede colocarse en esta categoría cuando la evidencia de carcinogenicidad en humanos es menos que suficiente pero sí hay suficiente evidencia de carcinogenicidad en animales de experimentación y fuertes evidencia en humanos expuestos de que el agente (mezcla) actúa a través de un mecanismo relevante de carcinogenicidad”. Los ejemplos incluyen asbesto, benceno y radiación ionizante.

El consumo de carnes rojas y procesadas está asociado a un aumento de riesgo de padecer diversas enfermedades crónicas

Sin embargo, la carne roja y la carne procesada también pueden contener, en mayor o menor medida, una serie de compuestos cuya ingesta se asocia con un aumento de riesgo de padecer diversas enfermedades crónicas (ej. enfermedad cardiovascular, cánceres), como son los ácidos grasos saturados, el colesterol, la sal, los nitritos, etc, que están de forma natural en la carne o que son añadidos o formados durante el procesamiento o el cocinado.

El IARC define a la carne roja como la carne de músculo de mamíferos sin procesar (ej. carne de vaca, ternera, cerdo, cordero, caballo, cabra), incluyendo la carne picada o congelada, y a la carne procesada, como la carne que ha sido transformada mediante salazón, curado, fermentación, ahumado u otros procesos con el objetivo de para aumentar el sabor o mejorar su conservación. La mayoría de la carne procesada contiene cerdo o carne de vaca, pero puede contener también otras carnes rojas, de ave, casquería (ej. hígado) o subproductos (ej. sangre) y como ejemplos podemos citar las salchichas, el jamón (serrano y de York), carne en conserva, cecina, salsas a base de carne.

La carne roja se suele consumir cocinada, al igual que muchos de los productos cárnicos, ya que este proceso mejora la digestibilidad y la palatabilidad, pero también puede provocar la formación de compuestos cancerígenos (ej. aminas heterocíclicas [AHC], hidrocarburos aromáticos policíclicos [HAP], nitrosocompuestos [ej. nitrosaminas]), en mayor o menor medida dependiendo principalmente del tipo de cocinado. Aquellos que conllevan elevadas temperaturas (por encima de 150 ºC), durante largos periodos de tiempo y en contacto directo con la llama o una superficie caliente, son los que favorecen una mayor producción de AHC y HAP.

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